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Entorno familiar y drogadicción en adolescentes. Una cuestión cultural

situaciones críticas como: El poder; la intimidad; la autonomía, la confianza y la habilidad para comunicación son partes vitales que fundamentan nuestra forma de vivir en el mundo. La vida de la familia depende de la compresión de los sentimientos y necesidades subyacentes a los acontecimientos familiares cotidianos. (2)

Es innegable que la familia debe cumplir algunas tareas que le son propias y no se pueden universalizar, pero existen de acuerdo con la configuración de la propia familia. Estas funciones se han venido transformando con el paso del tiempo, pero no han desaparecido, así como no lo ha hecho la familia como muchos pensaban que iba a ocurrir. Entre las funciones que destaca se encuentran:

1. Asegurar la continuidad de la sociedad de generación en generación; por un lado está el aspecto puramente biológico de la reproducción de la especie y, por otro, la necesidad de transmitir a los nuevos integrantes la cultura, los valores, así como pautas morales y de acción del grupo. Es el principal agente de socialización.

2. La satisfacción de un grupo de necesidades, tanto materiales como afectivas: el cariño le ayuda a crecer y empezar a verse como una persona valorada con identidad propia, la seguridad y el apoyo para enfrentarse a diversas experiencias desconocidas.

3. Proporciona una red de apoyo desde el grupo familiar; se constituye como la más potente de las redes de protección social; con su apoyo se brindan contactos para conseguir otras formas de relación social.

4. La función económica se caracteriza por poner sus recursos en común y es fuente de subsistencia material para quienes la integran

5. La función religiosa y moral constituyen pilares importantes para el desarrollo de sus miembros y por supuesto, para la sociedad. Estas quedan comprendidas en una más amplia, la educativa. La familia se constituye como la principal agencia de transmisión de valores. (3)

El ambiente familiar es el conjunto de relaciones que se establecen entre los miembros de la familia que comparten el mismo espacio. Cada familia vive y participa en estas relaciones de una manera particular, de ahí que cada una desarrolle unas peculiaridades propias que le diferencian de otras familias. Pero el ambiente familiar, sea como sea la familia, tiene unas funciones educativas y afectivas muy importantes, ya que partimos de la base de que los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos y que este comportamiento es aprendido en el seno de la familia. Lo que difiere a unas familias de otras es que unas tienen un ambiente familiar positivo y constructivo que propicia el desarrollo adecuado y feliz del niño, y en cambio otras familias, no viven correctamente las relaciones interpersonales de manera amorosa, lo que provoca que el niño no adquiera de sus padres el mejor modelo de conducta o que tenga carencias afectivas importantes.

La familia es un conjunto de seres humanos que establecen tipos de vínculos especiales, por ello es generadora del fenómeno adictivo, donde encontramos adictos, dentro de la misma familia está presente la droga o modelos adictivos como técnica de supervivencia por uno o más miembros de la familia. Si la familia no proporciona al adolescente las armas para emprender una guerra en contra de todo aquello que socialmente se señala como malo, saldrá vencido sin haber si quiera salido al campo de batalla; la habrá perdido desde mucho tiempo atrás. (4)

El ambiente familiar no es fruto de la casualidad ni de la suerte. Es consecuencia de las aportaciones de todos los que forman la familia y especialmente de los padres. Los que integran la familia crean el ambiente y pueden modificarlo y de la misma manera, el ambiente familiar debe tener la capacidad de modificar las conductas erróneas de nuestros hijos y de potenciar al máximo aquellas que se consideran correctas.

La familia es una fuente de fortalezas reales y potenciales que le otorgan el poder para afrontar sus problemas y desafíos. Las fortalezas de la familia son los recursos internos que pueden ser traducidos en formas concretas mediante las cuales la familia nutre, protege y orienta a sus miembros. (1). Por otra parte, la familia también es una fuente de estrés, el cuál es un suceso natural y necesario en la vida familiar. El estrés motiva a la familia a enfrentar sus desafíos y movilizar sus recursos, utilizando su propio estilo de afrontamiento.

La vida familiar es la primera escuela de aprendizaje emocional. El modo en que los padres tratan a sus hijos, ya sea con una disciplina estricta o con un desorden notable, con exceso de control o con indiferencia, de modo cordial o brusco, confiado o desconfiado, etc., tiene unas consecuencias profundas y duraderas en la vida emocional de los hijos, que captan con gran agudeza hasta lo más sutil.

Algunos padres, por ejemplo, ignoran habitualmente los sentimientos de sus hijos, por considerarlos algo de poca importancia, y con esa actitud desaprovechan excelentes oportunidades para educarles. Otros padres se dan más cuenta de los sentimientos de sus hijos, pero su interés suele reducirse a lograr, por ejemplo, que su hijo deje de estar triste, o nervioso, o enfadado, y recurren a cualquier medio (incluido a veces el engaño o el castigo físico), pero rara vez intervienen de modo inteligente para dar una solución que vaya a la raíz del problema. Otro tipo de padres, de carácter más autoritario e impaciente, suelen ser desaprobadores, propensos a elevar el tono de voz ante el menor contratiempo. Es difícil que logren el clima de confianza que exige una correcta educación de los sentimientos.

Hay, por fortuna, muchos otros padres que se toman más en serio los sentimientos de sus hijos, y procuran conocerlos bien, y aprovechar sus problemas emocionales para educarles. Son padres que se esfuerzan por crear un cauce de confianza que facilite la confidencia y el desahogo. Manifestar los propios sentimientos en una conversación confiada es una excelente medicina sentimental.

Los niños que proceden de hogares demasiado fríos o descuidados desarrollan con más facilidad actitudes derrotistas ante la vida. Si los padres son inmaduros o imprevisibles, crónicamente tristes o enfadados, o simplemente personas distantes o sin apenas objetivos vitales, o con vida caótica, será difícil que conecten con los sentimientos de sus hijos, y el aprendizaje emocional será forzosamente deficiente.

Si los padres tratan a sus hijos de manera arbitraria, porque, por ejemplo, cuando están de mal humor los maltratan, pero si están de buen humor les dejan escapar de sus deberes o su responsabilidad en medio del caos, está claro que así será difícil que logren nada.

Si el reproche o la aprobación pueden presentarse indistintamente en cualquier momento y lugar, dependiendo de si les