duele la cabeza o no, o si esa noche han dormido bien o mal, o si su equipo de fútbol ha ganado o perdido el último partido, de esa manera se crea en el hijo un profundo sentimiento de impotencia, de inutilidad de hacer las cosas bien, puesto que las consecuencias serán difícilmente predecibles. Por eso suelen fracasar aquellos padres que alternan imprevisiblemente el exceso de benignidad con el de severidad.
La familia ha constituido uno de los principales grupos para el desarrollo del sujeto desde la infancia hasta la etapa de la adolescencia. La familia proporciona un modelo y una formación que van relacionados con los sentimientos, la socialización, las capacidades intelectuales, la moral y los valores que se necesitan en la vida adulta.
Hoy en día por diversas razones, ya sean por cuestiones laborales, económicas, personales o simplemente por comodidad de los adultos que son padres, un número cada vez mayor de adolescentes pasan la mayor parte del día lejos de sus padres, y debido a ello no existen actividades de aprendizaje ni crecimiento dentro de la familia, incluso esto suele pasar en los primeros años de vida. La actitud ante esta situación puede ser variable: despreocupación, inconsistencia, rutina o irresponsabilidad, Estas circunstancias resultan ser inadecuadas ya que no se presta al adolescente la debida atención al desarrollo afectivo y psicológico indispensable para que los adolescentes tengan madurez, adecuada autoestima y puedan involucrase sin temor en su medio social, afectivo e intelectual de manera sana.
Por lo tanto, los años que van de la infancia a la adolescencia son decisivos en los aspectos del desarrollo en el niño, ya que en estos primeros años éste aprende actitudes, orientaciones básicas para sí mismos y para los demás, así como también dependerá de los recursos psíquicos con los que cuente y de los vínculos establecidos con la familia. Cuando un sujeto no ha tenido una relación armónica con la madre, la reacción con su mundo interno se distorsiona y por tanto se perturba su capacidad para percibirse a sí mismo (autoestima) y a los demás. (4)
Familias Funcionales y Disfuncionales:
La familia es un sistema emocional. Las relaciones emocionales en una familia sana facilitan el crecimiento y el desarrollo personal de sus miembros, y la familia se ajusta al cambio exhibiendo su flexibilidad.
El conflicto y el estrés hacen parte inevitable de la vida familiar. Sin embargo, cuando una familia no puede afrontar los cambios que causan tensión, entonces la ansiedad y el conflicto aumentan y la familia puede ser incapaz de desempeñar sus funciones y desarrollar sus defensas (1). Todas las familias poseen defensas para proteger la integridad del sistema familiar. En las familias funcionales, la defensa es utilizada en forma esporádica y posteriormente abandonada cuando la familia confía en su habilidad para solucionar el problema y a medida que las situaciones cambian.
En las familias que manifiestan patrones disfuncionales, las dificultades en el manejo de los conflictos y la solución de los problemas resultan reiteradamente evidentes (1). Sin embargo, cuando las familias son incapaces de afrontar sus desafíos y sus defensas se convierten en patrones crónicos, estos pueden convertirse en patrones disfuncionales. De este modo, la familia puede llegar a confiar en los patrones disfuncionales que inhiben su crecimiento y desarrollo.
Un sistema familiar en equilibrio emocional está libre de manifestaciones sintomáticas en cualquier nivel de diferenciación. El sistema se trastorna cuando se produce una regresión en algún miembro de la familia, actúan entonces para restablecer el primitivo equilibrio libre de síntomas, siempre que sea posible. El sistema también se trastorna cuando alguno de sus miembros alcanza un nivel de diferenciación levemente superior, poniéndose entonces automáticamente el movimiento para establecer el equilibrio inicial. (5)
ADOLESCENTES
A pesar de que no existe una definición de adolescencia aceptada internacionalmente, las Naciones Unidas establecen que los adolescentes son personas con edades comprendidas entre los 10 y los 19 años (6). La adolescencia, una etapa llena de oportunidades para los niños y las niñas, exige nuestro compromiso con su desarrollo durante la primera década de sus vidas, para ayudarles a superar los peligros y las vulnerabilidades, y prepararlos para alcanzar todo su potencial.
Tomada en un sentido amplio, podría considerarse como adolescencia temprana el período que se extiende entre los 10 y los 14 años de edad. Es en esta etapa en la que, por lo general, comienzan a manifestarse los cambios físicos, que usualmente empiezan con una repentina aceleración del crecimiento, seguido por el desarrollo de los órganos sexuales y las características sexuales secundarias (6). Estos cambios externos son con frecuencia muy obvios y pueden ser motivo de ansiedad así como de entusiasmo para los individuos cuyos cuerpos están sufriendo la transformación.
En este orden de ideas, seguimos con la segunda etapa que corresponde a la adolescencia tardía, la cual abarca la parte posterior de la segunda década de la vida, en líneas generales entre los 15 y los 19 años de edad. Para entonces, ya usualmente han tenido lugar los cambios físicos más importantes, aunque el cuerpo sigue desarrollándose (6). El cerebro también continúa desarrollándose y reorganizándose, y la capacidad para el pensamiento analítico y reflexivo aumenta notablemente. Las opiniones de los miembros de su grupo aún tienden a ser importantes al comienzo de esta etapa, pero su ascendiente disminuye en la medida en que los adolescentes adquieren mayor confianza y claridad en su identidad y sus propias opiniones.
El adolescente y sus pares
El adolescente, cuando abandona la etapa infantil, se siente marginado o aislado si no puede estar conectado a un grupo de pertenencia que le apoye y le dé seguridad. La más típica de las relaciones con los iguales es, al principio de la etapa adolescente, la del establecimiento de una amistad muy estrecha con alguien del mismo sexo. Se da con mucha frecuencia entre las chicas que entre los muchachos porque, al parecer, ellos son menos propensos a la apertura a intimidades. (7)
La amistad intima es un especial soporte afectivo en el que se puede encontrar tanto la seguridad para una personalidad vacilante que estrena sus primeros pasos, como un nicho seguro donde depositar y compartir afectos, secretos, problemas y hasta esos miedos e incertidumbres a que tan propensos son los púberes preadolescentes.
Los grupos de pares tienen el gran valor de ser un punto de encuentro para el ensayo de sus nuevas identidades y para jugar a los roles que desempeñarán en el futuro. Al haber roto