unos límites claros y estables. Ayudarles a ser autónomos no implica permitir que hagan lo que quieran. Los límites producen, entre otras cosas, seguridad.
- Coherencia. No podemos pretender que nuestros hijos no consuman sustancias tóxicas si nosotros no somos capaces de no excedernos o de mantener una posición sin ambigüedades al respecto. Los adultos quizá seamos capaces de buscar el equilibrio pero no olvidemos que la adolescencia es una etapa de extremos.
- Exigencia. No se trata de pedirles lo imposible, pero tampoco de permitirles desaprovechar sus capacidades e ilusiones. (20)
La información sobre la peligrosidad de las drogas no es suficiente y en ocasiones resulta ineficaz. La labor de los padres ha de estar orientada a establecer vínculos familiares sanos, a ocuparse y no «preocuparse» del ocio de sus hijos e incrementar la autoestima de los adolescentes para que sean ellos, desde su propia seguridad, los que puedan decir: «no».
2.- La Escuela:
Es considerada como el escenario privilegiado de la prevención ya que permite trabajar con la población infantil y adolescente, a unas edades donde todavía no existen estilos de vida arraigados, siendo aún notables la receptividad y la plasticidad de las actitudes y los hábitos. La consideración de la Educación para la Salud como un eje transversal, que forma parte del currículo de cada etapa, hace posible un trabajo sistemático de prevención del uso indebido de drogas (7). Una Toma de conciencia por parte de los profesionales y directivos de los medios, respecto a su responsabilidad en el manejo de la información y fortalecimiento de representaciones sociales desajustadas, puede hacer posible las acciones de prevención de este flagelo, en especial en la juventud.
3.- Los Medios de Comunicación:
Los medios son una herramienta indispensable en la labor preventiva, contribuyendo a divulgar mensajes positivos hacia la promoción de la salud y el bienestar. De igual manera son depositarios y multiplicadores del discurso social ante las drogas, pueden coadyuvar en la tarea de racionalizarlo, controlando los sesgos de sus fuentes de información, la naturaleza de sus mensajes, las imágenes que los ilustran, el tono de fondo desde el que segmentan la realidad, el cumplimiento de la legalidad en lo que a inserción de publicidad de bebidas alcohólicas y tabaco se refiere, etc. (7)
4.- La comunidad:
La comunidad es el escenario físico y simbólico en el que se dan cita los diversos intereses que configuran y dinamizan la vida social. (7). En la medida en que el uso indebido de drogas se conceptualiza como un fenómeno que aparece naturalmente en el seno de la propia comunidad, como resultado de la interacción de múltiples factores, se desprende de manera lógica la necesidad de que los individuos, los grupos, las instituciones y todo aquello que es parte de la comunidad, se comprometan actuar conjuntamente en la acción preventiva. Ya que las drogodependencias ha pasado a formar parte de los estilos de vida en las comunidades, es desde ella misma donde se debe actuar para resolver esta situación de manera competente.
CONCLUSIONES:
Todos sabemos que en la actualidad existe en nuestro país un grave problema: la drogadicción, y a muchos nos preocupa la forma en que ese problema puede afectar a nuestra propias familias. Afortunadamente es mucho lo que podemos hacer para proteger a nuestros hijos contra la amenaza de las drogas. Los valores y las normas familiares que se oponen al uso de estas, en combinación con un fuerte vínculo entre padres e hijos y una comunicación abierta, promueven un desarrollo saludable y reducen las posibilidades de que los jóvenes recurran a las drogas.
Las drogas constituyen un enorme problema social por sus consecuencias negativas que producen a la salud, en el desarrollo de la personalidad, en la convivencia familiar y social, en la actividad laboral, en la seguridad ciudadana y otros. La familia tiene un papel preponderante en la educación de sus hijos e hijas, tanto para su crecimiento físico, espiritual y emocional. Dentro del núcleo familiar se realizan los aprendizajes de las normas sociales de convivencia, valores fundamentales que marcaran la vida de cada individuo.
El consumo de drogas puede ser resultado de una vida familiar conflictiva, donde el adolescente se busca un escape a tanto problema y maltrato. Sin embargo se encuentra luego envuelto en un círculo vicioso donde le es imposible salir. Un ambiente familiar equilibrado, libre de violencia, en el que los niños y niñas se sientan amados y motivados, favorecerá su desarrollo físico, intelectual, afectivo y social.
El riesgo de consumo de drogas se verá claramente disminuido, si fomentamos en los hijos su autoestima, su capacidad para tomar decisiones y para asumir responsabilidades, si desarrollamos en ellos actitudes positivas hacia las conductas saludables, si fortalecemos los lazos familiares compartiendo el tiempo libre y buscando experiencias divertidas, si les ayudamos a descubrir un amplio abanico de posibilidades a la hora de escoger qué hacer en su tiempo libre y con quién compartirlo.
Hay que tener en cuenta que para prevenir el consumo de drogas no todos los medios son adecuados. La amenaza o la información alarmante y dramática son poco convenientes para lograr nuestros objetivos. Igualmente, un exceso de protección hacia nuestros hijos, aislándoles del mundo exterior para evitar sus posibles peligros, es también negativo. Aquellas formas de intervención en el marco de la educación para la salud , permiten una acción preventiva en relación a su consumo.
Las medidas de prevención no determinan el éxito inmediato, sino que aumentan la probabilidad que suceda lo deseado. Si los mensajes son contradictorios, la probabilidad disminuirá; si son homogéneos, aumentará. Por tanto, hay que aumentar los factores de protección y disminuir los factores de riesgo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1.- Klainberg, M. y Otros. (2001) Enfermería comunitaria. Una Alianza para la salud. Bogotá: McGraw Hill- Interamericana, S.A.
2.- Satir, V. (1998). Relaciones Humanas en el núcleo familiar. (6ta. Ed.) Mexico: Editorial PAX.
3.- González, M., Rey, L. y Oliva, L. (2009) Las relaciones familiares y el consumo de drogas en los adolescentes de Xalapa, Veracruz. Revista Electrónica de Psicología Iztacala Vol. 12 No. 1 Marzo de 2009. Universidad Autónoma de México. [On line] Disponible en: www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin Fecha de Consulta: 29/10/2012