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Entorno familiar y drogadicción en adolescentes. Una cuestión cultural

y tabaco) como ilegales (marihuana, cocaína, metanfetaminas, entre otras). Los factores de riesgo que suelen asociarse al inicio del consumo de sustancias, y que en condiciones más normalizadas y de equilibrio podrían afrontarse sin mayores dificultades, en las familias donde existe un padre o una madre con problemas de consumo de drogas suelen ocurrir mayores complicaciones para que los menores puedan afrontar situaciones problemáticas; más aun si a estos factores se suma actitudes favorables hacia el consumo de drogas, la excesiva tolerancia y ambigüedad respecto en las normas familiares con relación al consumo, dificultades de orden escolar como el bajo aprovechamiento o la deserción escolar, el rechazo o estigmatización de su grupo de iguales, el establecimiento de estilos de interacción problemáticos o la inclusión con sujetos consumidores y/o que atribuyen un valor importante a las prácticas de consumo. (17)

En términos globales, algunas de las repercusiones a nivel psicológico y físico en los hijos que pueden estar asociadas con la socialización en un entorno familiar caracterizado por la adicción de los padres son:

  • La baja capacidad para socializar con su grupo de iguales, lo cual puede verse reflejada en la interacción que, por lo común, tienen con redes reducidas de amistades.
  • El rechazo a dedicar tiempo en otras actividades lo que puede influir en una disminución de la actividad física y como consecuencia una posible obesidad.
  • La imitación de modelos de comportamientos externos, una baja seguridad hacia referentes personales y un déficit en los niveles de autoestima.
  • Estados constantes de ansiedad que pueden convertirse en un importante factor de riesgo para el inicio del consumo de drogas o para el desarrollo de otro tipo de problemas de salud mental (trastornos alimenticios, ludopatía, etc.)
  • La carente estimulación temprana y un estilo de crianza deficiente por problemas con consumo de drogas puede ser un importante factor para presentar Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad entre niños en edad escolar.
  • Cuadros de depresión juvenil e infantil, caracterizados por cambios frecuentes en el estado de ánimo, sentimientos de minusvalía, comportamiento agresivo, alteraciones del sueño, ideas y pensamientos de muerte, entre otras.
  • El constante sometimiento a situaciones familiares conflictivas y de alto estrés puede provocar contracturas musculares, cefaleas y dolores de cabeza. (18)

El consumo de drogas contribuye a la generación de patrones de comportamiento que llevan a la repetición de conductas intergeneracionales; lógica donde se sitúa precisamente el complejo fenómeno de la violencia familiar, el cual se encuentra sumamente asociado con el abuso o dependencia al alcohol u a otras drogas. La forma cíclica y recurrente de la violencia familiar puede ser explicada en parte por la adopción de modelos en el aprendizaje social de las personas (19).

Junto con el consumo de sustancias de la familia, las actitudes de los padres ante las drogas parece ser otra de las variables familiares específicas que pueden incrementar la vulnerabilidad hacia el consumo de drogas de los adolescentes. Pero se ha observado que el consumo por parte de los padres no sólo afecta el consumo de las mismas sustancias por parte de los hijos, sino que también incrementaba la probabilidad de consumir otras drogas.

PREVENCIÓN

Ante una realidad pluricausal, La prevención debe ser una intervención multidisciplinaria, actuando sobre los diversos ámbitos en que se articula el fenómeno de la drogodependencia. Una actuación consistente desde los diversos ámbitos que conforman la vida social, permitirá un trabajo preventivo coherente.

1.- La familia:

Ámbito de la socialización primaria, en ella se desarrolla buena parte de los valores y actitudes de los futuros jóvenes y adultos.

Los hijos observan el comportamiento de sus padres y tienden a imitarlos a menudo de forma inconsciente, así pues la prevención no es tarea de un día ni de un momento y la mejor manera de evitar problemas o conductas no deseadas es adoptar hábitos y actitudes sanas manteniendo posturas coherentes con la educación que intentamos inculcar a nuestros hijos con nuestros propios actos. Debemos poder tratar cualquier tema con los hijos, sin que necesariamente deba haber posturas sobrepuestas.

Es importante considerar que aunque el alcohol y el tabaco se consideran drogas legales, su uso se ha hecho tan común y muchas veces los padres no tomamos en cuenta que somos el vivo ejemplo para nuestros hijos, dándoles cabida a que ellos decidan probar otras drogas no lícitas.

Es preciso que exista comunicación entre todos los miembros de la estructura familiar, pero sobre todo se debe ser cuidadoso con la pubertad de sus hijos. Recordemos que es en este momento en el que tienden a afirmar su personalidad. No valen actitudes autoritarias.

Pensemos que no es extraño que el hijo pueda sentirse solo y confundido, si también los padres, seguramente, se sienten así en muchas ocasiones. El tipo de sociedad actual y los valores que en ella son preponderantes -competición, consumo, individualismo, etc., no son precisamente un marco comprensible y estimulante para un hijo. El joven está ávido de respuestas.

Es conveniente entender que al tratar aquellos temas con la atención que un hijo merece, sean estos incómodos, difíciles o comprometidos es la mejor prevención de hoy contra el consumo de drogas de mañana.

No existen fórmulas magistrales para evitar el consumo de sustancias en los hijos adolescentes. Cada adolescente es diferente. Nada arreglará que hablemos de las drogas con nuestros hijos si antes no hubo un acercamiento sincero a su mundo emocional y el deseo de hacerles notar que pueden contar con nosotros cuando lo deseen y necesiten. no habrá posibilidad de ayudar a los adolescentes cuando tengan problemas con el consumo de drogas si antes no se les prestó ayuda simplemente cuando tenían dificultades, cuando estaban en crisis.

En todo caso siempre podemos reconocer el mayor número de los factores de riesgo en nuestro ámbito familiar y transformarlos en factores de protección:

  • Protección orientada a la autonomía. Estar pendientes para evitar riesgos innecesarios pero pretendiendo que sean ellos los que vayan formando sus propios criterios. Se trata de que nuestro hijo tenga una autoestima alta y equilibrada que le permita desenvolverse sin lanzarse a riesgos innecesarios.
  • Comunicación. Escuchar desde las necesidades de los adolescentes. Intentar no juzgarles, invitarles a la reflexión y respetar sus decisiones.
  • Establecer