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Propuesta de Intervención Capacitante al Médico General Integral sobre la hipoacusia del anciano

Componente conductual. (39) La flexibilidad en el propio autoconocimiento posibilita la tolerancia,… estos sujetos tienden a ser más independientes, confiados, optimistas, autodeterminados y tienen condiciones más favorables para afrontar situaciones de estrés. (38)

4). Posición social del paciente.

Obviamente un obrero no valora igual que un intelectual la amenaza que representa para él la enfermedad, debido a que el ser humano piensa según vive, es decir, el tipo de labor o actividad que desarrolla un individuo condiciona en determinada medida la “gravedad” que para él tiene la función de su organismo que resulta afectada.

Suchman (1966); en sus investigaciones encuentra que los campesinos, unidos por estrechos lazos personales y étnicos a grupos familiares suelen también poseer menos conocimientos sobre la enfermedad, mayor resistencia a buscar ayuda profesional y mayor tendencia a emplear remedios caseros para sus enfermedades. Estas características los distinguen de los habitantes de las grandes ciudades. (24)

El conocimiento correcto del cuadro interno de la enfermedad, en cada paciente nos permite evaluar acertadamente la relación que el enfermo ha establecido con su enfermedad.

Esta relación está determinada por el valor que la enfermedad tiene para el enfermo. Las diferentes formas de percepción, evaluación y respuesta ante la enfermedad tienen a la vez un impacto importante en lo que se refiere a los síntomas que interfieren en la vida cotidiana, así como en el establecimiento de la cronicidad del cuadro y en el logro de un cuidado apropiado, con la cooperación o resistencia al tratamiento. Una premisa crucial es que la enfermedad así como la experiencia de ella, está modelada por factores socioculturales y psicosociales, independientemente de la base genética, fisiológica o biológica.

Estas consideraciones influyen en la calidad de vida de las personas, determinan sus apoyos sociales y el modo en que se desenvuelven en el nivel de asistencia médica, sobre todo en el nivel primario. Mechanic, 1962, 1976, 1986, 1992, 1995. (24)

La conducta de la enfermedad es un proceso dinámico de constante adaptación, caracterizado por la experiencia de la enfermedad y el afrontamiento asociado a ella.

3. La enfermedad y su afrontamiento Moos (1977) analiza la potencialidad estresante de la enfermedad considerándola una crisis vital.

Todos necesitamos un equilibrio psicológico y social, al igual que una homeostasis fisiológica. Cuando algo rompe nuestras pautas de comportamiento y modo de vivir, empleamos mecanismos, en general también habituales, para solucionar los problemas y restablecer el equilibrio. Una situación nueva en la que nuestras pautas de respuestas habituales son inadecuadas para manejarlas, conduce a un estado de desorganización a menudo acompañado de ansiedad, miedo, culpabilidad u otros sentimientos desagradables que contribuyen más a la desorganización.

La enfermedad constituye una crisis que puede durar un periodo muy largo y conducir a cambios permanentes entre los pacientes y sus familiares. La potencia de la crisis proviene de la interrupción repentina de las funciones habituales, de la amenaza omnipresente a la vida y a la adaptación de la persona.

Los problemas de adaptación en este caso vienen planteados por las características específicas de las crisis de salud, que hacen difícil que una persona pueda elegir las estrategias apropiadas de afrontamiento para asimilar y acostumbrarse a cambios repentinos en su vida (Haan 1977).

El carácter estresante de la enfermedad depende de muchos factores: (40)

1. De su duración (aguda o crónica).

2. De su forma de aparición: repentina e inesperada, lenta y evolucionada, manifiesta o insidiosa.

3. De su intensidad y gravedad.

4. De las etapas del proceso de la enfermedad.

La existencia del estrés como consecuencia de la enfermedad; en mayor o menor cuantía es innegable en una gran mayoría de enfermos, descrito además, por numerosas investigaciones; acontece el estrés porque la enfermedad es interpretada como desafiante, perjudicial; tiene una valencia negativa, puesto que constituye un daño y/o una pérdida (material y/o funcional); es impredecible las más de las veces; y es, también, al menos de la perspectiva del enfermo incontrolable, por lo que deberá confiar el control de los acontecimientos a otra persona, el médico. Cuando la enfermedad es crónica sus características estresantes se potencian. (40)

Nichols (1984), comentando un artículo de Lancet (1979) señala, la enfermedad y la lesión conllevan a dos cosas: la experiencia de amenaza y la experiencia de pérdida. La amenaza puede ser compleja porque tiene que ver con los problemas más inmediatos de dolor y de inmovilización, pero también con la pérdida de control de acontecimientos que afectan a nuestra vida. Las pérdidas provocan una aflicción potente que puede cambiar a una persona.

Aspectos estresantes de la enfermedad física:

1. Amenaza a la vida y miedo a la muerte.

2. Amenaza a la integridad corporal y al bienestar.

• Daño o incapacidad corporal.

• Cambios físicos permanentes.

• Dolor, incomodidad y otros síntomas negativos.

• Discapacidad.

3. Amenazas al auto-concepto y a los planes futuros.

• Necesidad de alterar la propia imagen o el sistema de creencias.

• Incertidumbre acerca del curso de la enfermedad y el futuro.

• Peligro para las metas y valores vitales.

• Pérdida de la autonomía y el control.

4. Amenazas al equilibrio emocional.

5. Amenazas al cumplimiento de los roles y actividades habituales.

• Separación de la familia, amigos y otros apoyos sociales.

• Pérdida de roles sociales importantes.

• Necesidad de depender de otros.

6. Necesidad de ajustarse a un nuevo entorno físico y social.

La apreciación de una enfermedad como estresante está en función de las propias características fisiológicas de los síntomas que presenta (como estresor físico); de los estados afectivos y