Inicio > Geriatría y Gerontología > Propuesta de Intervención Capacitante al Médico General Integral sobre la hipoacusia del anciano > Página 13

Propuesta de Intervención Capacitante al Médico General Integral sobre la hipoacusia del anciano

consecuencias alternativas: Incluye preparación mental (anticipación y ensayo imaginario) y discusión de las alternativas posibles con familiares y amigos.

8. Instalación o mantenimiento del sentimiento de control: Creer en nuestro poder de controlarla.

9. La categoría comportamental correspondiente al sentimiento de control la constituyen las acciones sobre el entorno para cambiar la situación, es decir, acciones de control.

10. Encontrar o dar un sentido a la enfermedad.

11. Reinterpretación positiva de la enfermedad.

12. Búsqueda y obtención de apoyo social.

13. Comparación social positiva.

14. Resignación o aceptación de la enfermedad.

Ibáñez (1990) en relación con los problemas de salud y enfermedad propone ocho estilos de afrontamientos: (40)

1. Estilo introversivo: Los pacientes tienden a ser aparentemente tranquilos, poco comunicativos, con pocas relaciones interpersonales. Suelen mostrar poco interés por sus problemas y es difícil hacer que concreten sus síntomas o que tomen medidas para cuidarse (Millon, 1982). Suelen utilizar un estilo cognitivo de minimización de los problemas (Lipowsky, 1970). Tienden a pasar por alto las implicaciones de su enfermedad y se muestran indiferentes que normalmente condicionan ansiedad.

2. Estilo inhibido: Es el de los pacientes tímidos, inseguros, sensibles a las críticas, con tendencias a sentirse rechazados y a interesarse en exceso por lo que los demás piensan de ellos. Estos pacientes suelen ver la enfermedad como castigo (Lipowsky, 1970), esperando y sentido como justo, lo que les lleva a desarrollar actitudes fatalistas hacia la enfermedad.

3. Estilo cooperativo: Los pacientes suelen buscar apoyo, siguiendo puntualmente las indicaciones.

4. Estilo sociable: Se trata de individuos extrovertidos, comunicativos, preocupados más de la forma que del fondo de las relaciones. Ven la enfermedad como una estrategia para asegurarse el apoyo de los demás.

5. Estilo confiado: Usualmente los pacientes se muestran calmados, aunque temen a la enfermedad, a menudo están muy motivados para recuperar su salud, buscando y esperando una atención especial. Según Lipowsky, (1970) su estilo a afrontamiento suele ser el de evitación.

6. Estilo enérgico: Suelen ser pacientes agresivos y dominantes. El estilo de afrontamiento según Lipowsky, (1970) puede denominarse de ataque. Se niegan a aceptar el rol de enfermos y se enfrentan abiertamente a los retos y limitaciones que esta situación representa.

7. Estilo respetuoso: Los pacientes suelen mostrar autocontrol, disciplina y seriedad.

8. Estilo sensible: Es el de los individuos impredecibles y emotivos, a menudo se quejan y relatan un historial de diagnósticos erróneos. Actúan como si hubieran nacido para sufrir.

Otro modelo de afrontamiento con respecto a la conducta de enfermedad fue descrito por Levanthal (1980); parten de la base de que el paciente es un procesador activo de lo que representa la enfermedad y en función de esta regula su comportamiento. Subraya, como los sujetos autorregulan sus experiencias estresantes de enfermedad a partir de la información, significación de la enfermedad, conforman sus estrategias de afrontamiento para hacerles frente. (24)

Una vez que hemos considerado la amplia gama de respuestas de afrontamientos de la enfermedad, podemos preguntarnos por la eficacia adaptativa de las respuestas de afrontamientos.

Bandura (1977) ha identificado un importante proceso cognitivo que ha denominado “expectativas de control” o “autoeficacia” para integrar los factores que subyacen a la motivación, en relación con la iniciación y el cambio conductual. (24)

En relación con la autoeficacia aplicado a la conducta de enfermedad, podemos plantear que las personas que se representan a sí mismas como incapaces de controlar el entorno y que perciben esta como imprescindible y amenazante, responden ante sucesos de la vida estresantes, como la enfermedad, con tendencia a presentar síntomas ansiosos y depresivos y a desarrollar conductas no adaptativa ante esta situación.

Un afrontamiento adaptativo parte de la idea de que la primera y básica fase para elaborar las respuestas comportamentales del hombre radica en su capacidad para analizar, procesar y comprender la realidad. Solo así puede entenderse su capacidad para producir respuestas adaptadas a un entorno y realidades cambiantes. Es decir, es una condición básica para un comportamiento adaptado y saludable del hombre a su tiempo y realidad y ello representa:

1. Estrategias de afrontamientos activas.

2. Control personal.

3. Expresión control emocional.

Las implicaciones que lo biológico, lo bioquímico, lo psicológico, lo social, lo cultural y lo cognitivo tienen entre sí a través del cerebro explicación integradora y coherente. Significamos el papel de las emociones en el proceso de enfermar existiendo implicaciones sistemáticas entre el enfermar y el sistema funcional psicológico humano. (24)

4. Psicología del envejecimiento y afrontamiento en la tercera edad.

El proceso de envejecimiento responde a especificidades socio-psicológicas estrechamente relacionadas con los cambios biológicos de esta etapa de la vida, lo que conforma la integración bio-psico-social-cultural y espiritual necesaria en esta etapa de la vida.

Los procesos normales o no, de la disolución del psiquismo, con su consecuente merma de las posibilidades neuropsíquicas de adaptación, así como la asimilación del envejecimiento recíproco del individuo y la sociedad, sustentan las bases de lo que llamamos la dimensión sociopsicológica del envejecimiento. (22)

Los aspectos psicológicos y sociales con respecto al proceso salud enfermedad adquieren una problemática aún más relevante en el adulto mayor. Las variadas situaciones en que se ve enfrascado el hombre en la etapa de la vejez deben ser resueltas en función de favorecer el ajuste a un nuevo estilo de vida, en una persona con menos capacidad neuropsíquica de adaptación al medio. Es necesario percatarnos de que partimos de un conocimiento muy escaso de las particularidades y leyes generales, de la dinámica de la actividad psíquica en la edad tardía y que contamos con insuficientes datos clínicos psicológicos acerca de la delimitación entre las manifestaciones del envejecimiento