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Factores de riesgo de la sexualidad en el adulto mayor

satisfacer las necesidades de salud y de consumo de las personas de mayor edad.

Si bien el envejecimiento no constituye, en modo alguno, un problema de salud sino un logro alcanzado por la humanidad, en el cual mucho ha tenido que ver el desarrollo científico técnico logrado, no es menos cierto que con este comienzan a proliferar de manera creciente, un grupo de enfermedades crónicas y degenerativas, así como limitaciones conexas a este, que disminuyen en los ancianos la percepción de su salud. (4) En ese grupo de enfermedades crónicas se encuentran las demencias, la diabetes Mellitus, la hipertensión arterial, cardiopatía isquémica y las discapacidades, dolencias de elevada frecuencia en el adulto mayor que constituyen un problema, no solo por su magnitud, sino por su repercusión a nivel individual, familiar y social. (4,)

Hasta hace pocos años se creía que la menopausia marcaba el final del goce sexual femenino, debido a que se justificaba la sexualidad como necesaria para acceder a la maternidad. Este es el clima en que fueron educadas las mujeres ancianas de hoy, y aunque el cambio es lento, y progresivo, se debe aceptar que la sexualidad en la Tercer Edad sólo responde al puro deseo de sentir placer, de gozar, de abrazarse a otro cuerpo, de amar (5).

Existen ideas erróneas como que los ancianos carecen de sexualidad y que la vejez es un periodo asexuado arraigado a sentimientos de culpa y de vergüenza unido al falso error de que la actividad sexual está afectada por el deterioro estético donde juega un papel fundamental los estereotipos sociales como son, perdida de la belleza física, la juventud, la salud y porqué no la situación social y económica.

Falsos mitos y creencias

Mito 1: Las personas mayores no deben expresar deseos sexuales, es signo de fallas morales o psíquicas.

Mito 2: La variación y alteración del cuerpo físico, implicaría bajo niveles de atracción física y expresión sexual.

Mito 3: El hombre debe ser mayor que la mujer.

Mito 4: La sexualidad cesa alrededor de los 50 años.

Mito 5: Con la edad se pierde el apetito sexual.

Mito 6: La mujer mayor no requiere del sexo. Es innecesario en sus vidas. (59)

Los derechos de la vejez

1. El ejercicio de la sexualidad es una libre opción que estoy en capacidad de tomar.

2. Mi expresión sexual es permanente y no depende de la edad. Es una faceta vital que varía con cada persona.

3. Tengo el mismo deseo y derecho a recibir y dar caricias tal y como sucedía en mi niñez y juventud.

4. Estoy en capacidad de expresar sanamente el afecto hacia las personas que me atraen.

5. Puedo constituir pareja y compartir mis sentimientos sin límite de edad.

Durante siglos se relacionó la sexualidad con la reproducción, negándole de esta manera el disfrute de la sexualidad al anciano; muchas personas, particularmente jóvenes, siguen viendo la actividad sexual como una facultad que se va desgastando hasta perder todo interés en aquellos que han superado los 60 años, se supone que el deseo siempre se desvanece con la edad(59).

La valoración de la actividad sexual en el anciano de ambos sexos tiene que incluir un enfoque múltiple, pues más que una afectación intrínseca de la sexualidad lo que existe es una acumulación de factores (enfermedades cardiovasculares, daño en los vasos sanguíneos del área genital, cáncer o enfermedades debilitantes, problemas psíquicos, ingestión de medicamentos y de alcohol, así como influencias y hábitos previos ),que influyen de forma negativa sobre la actividad sexual y no exactamente la edad (7).

La actividad sexual en esta etapa depende también de características físicas psicológicas y biográficas del individuo, de la existencia de una pareja y de sus características, así como del contexto sociocultural en que está inmerso. La realidad es que el envejecimiento produce ciertos cambios en la fisiología sexual, pero comparado con otros cambios propios de la edad como el ajuste ocular o la capacidad vital, estos cambios son pequeños, la función sexual, vista desde el ángulo del acto sexual, no de la reproducción, se mantiene mucho mejor que otras funciones.

Se había considerado que a partir de cierta edad todas las capacidades se deterioran; hoy se sabe que el cambio de las diferentes capacidades no es unidireccional, ni universal, ni irreversible. Debemos llegar a conocer el sentido que cada edad puede tener, en lugar de imponer los valores de otra edad (8.9)

En las personas mayores la actividad sexual, no es entendida necesariamente como actividad orientada al coito, sino, en un sentido mucho más amplio; se trata del placer del contacto corporal global y la comunicación, así como la seguridad emocional que da el sentirse querido.

Desde el proceso vital fisiológico, los procesos de envejecimiento sexual comienzan hacia los 30 o 35 años, y siguen un proceso lento, muy variable de unas personas a otras, si comparamos el acto sexual de la juventud y en la vejez la diferencia fundamental es que esta última etapa de la vida cobra más fuerza la cercanía y la intimidad corporal (10).

Los estudios realizados en poblaciones mayores de 65 años de numerosos países demuestran que después de esa edad se mantiene la actividad sexual en un porciento considerable de casos (11)

Helleger y Mortensen señalan en su trabajo que incluso a los 95 años alrededor de un 40% de las personas estaba interesado en el sexo y alrededor de un 25% mantenía actividad masturbadora. (34)

Bresher encontró en un estudio realizado en 1984 que en un grupo de mayores de 70 años, el 81% de los casados se mantenían sexualmente activos y la utilización de la masturbación como sustituto del coito se calculó en 22% de los casos. (35)

 En 1984