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Factores de riesgo de la sexualidad en el adulto mayor

estos cambios, es más psicolábil, tal vez porque ha tenido mayor poder en los años precedentes. Pero en la medida que la mujer ha irrumpido al cambio laboral, tal vez los significados serán con el tiempo cada vez más parecidos en ambos sexos. Desde el punto de vista físico las modificaciones corporales pueden ocasionar estrechez estética en forma variable, unas veces más acusada que en la mujer o menos, según muchas circunstancias personales y ambientales concomitantes.

Diferencias: Las modificaciones en el aparato circulatorio son más evidentes en el hombre quien está más expuesto que la mujer a los accidentes cardiovasculares y cerebrales, aunque luego de los 65 años esta posibilidad se nivela, por razones hormonales ya conocidas.

La mayor y más evidente diferencia está en el aspecto endocrino y de reproducción: la mujer una vez desaparecidas las menstruaciones con la cesación de la actividad ovárica y ausencia de estrógenos, termina su época reproductiva. El hombre continúa con capacidad reproductiva, pues persiste la espermatogénesis –así sea en menor cantidad y calidad- además de que los andrógenos continúan produciéndose. La mujer menopáusica, queda pues infértil y sin estrógenos ováricos. El hombre “climatérico” tiene producción de andrógenos testiculares y de espermas.

Así pues, desde el punto de vista hormonal y reproductivo, el hombre no tiene menopausia o climaterio. Desde el punto de vista psicológico, ambiental, laboral, familiar y social, el hombre como la mujer, tienen un climaterio, una involución, un paso hacia la vejez, la vejez misma y al ancianidad, etapas lógicas del devenir humano, que no significan otra cosa, al haber llegado a estas avanzadas edades, que un triunfo sobre la enfermedad, puesto que los menos fuertes han quedado en el camino.

Los conocimientos de sexología han crecido en la última década a un ritmo vertiginoso, fundamentalmente en los aspectos anatomofisiológicos, etiopatogénicos y farmacológicos, de modo que el desconocimiento de temas sexológicos en las diferentes ramas de la Medicina y en particular la Ginecología, va en desmedro de la correcta asistencia de las pacientes y su placer sexual. Integrar la sexología a la medicina en general y las diferentes disciplinas debe ser uno de nuestros objetivos en este siglo XXI. (51).

En Cuba se concluyo recientemente un estudio en el cual se entrevistó al 100% de la población mayor de 65 años de un área de salud del Municipio Centro Habana y encontró que, de 27 entrevistados, 6 (22-%) mantienen actualmente relaciones sexuales, las cuales son satisfactorias y la realizaban utilizando la posición acostados de lado 4 personas, y la posición femenina inferior, 2 personas (16).

Se encontraron también que de los ancianos que actualmente no mantienen relaciones sexuales, 6 (22%) conservaron esa práctica después de los 65 años en la siguiente forma: dos hasta los 74 años, y uno por grupo hasta las siguientes edades 68, 78, 81 y 82 años.

En total, de 27 entrevistados, 12 (44,4%) tuvieron relaciones sexuales más allá de los 65 años y dos viudas (7,49/o) refirieron tener deseo sexual intenso: una se masturba con frecuencia irregular y otra controla sus deseos pensando que no es natural sentirlos a esa edad.

Estos resaltados anteriormente expuestos son muy similares a los encontrados a nuestra investigación.

En un estudio realizado por el Dr. Wong concluye que la falta de privacidad de los ancianos es una de las principales causas de abandono de la vida sexual activa de este grupo poblacional. Con respecto a la actividad sexual, generalmente los hombres hablan con menos tabúes sobre este tema, pues aún después de la viudez o el divorcio, plantean mantener su vida sexual activa. Pero por lo general, cuando una mujer enviuda o se divorcia en esta etapa de la vida, se retrae y se resiste a buscar una nueva pareja, ya que por ideas estereotipadas, subestiman sus posibilidades creando una barrera psicológica fundamentada en factores físicos, como la pérdida de determinadas capacidades, flexibilidad, estética, etc. y sociales, como los prejuicios. La actividad sexual en esta etapa de la vida depende en gran medida de la existencia de un compañero. (48)

En cuanto a la percepción que poseen los ancianos sobre la sexualidad la mayoría de los ancianos, ven el sexo como un hecho bochornoso y ridículo, como opinan algunas falsas concepciones de los más jóvenes, acerca de las relaciones sexuales durante la tercera edad.

El “viejismo”, comparable al “racismo”, se aprende desde joven, y de esa forma la persona se convierte en destinatario de sus propios prejuicios.

La educación sexual es un tema muy debatido en los medios de difusión masiva, pero pareciera que sólo los jóvenes mantiene relaciones sexuales, pues el tema de las relaciones sexuales en la tercera edad carece de divulgación y tratamiento en los mismos, por lo que la mayoría de los ancianos buscan consejos en amigos. (48).

Mitos sobre la sexualidad en la vejez (18).

Vivir en una sociedad que promueve hasta la saciedad un modelo corporal juvenil, puede favorecer que los cambios asociados al envejecimiento se vivan con una cierta angustia. Contrario a la creencia popular, la población anciana continúa disfrutando de su sexualidad. El estereotipo del anciano es un individuo de pensamiento y movimientos lentos, que requiere asistencia total y que nunca piensa en complacer o explorar su sexualidad. Estos mitos no tienen ninguna base real, los más comunes son: la disfunción eréctil es normal por la edad, los ancianos no tienen deseo sexual, los adultos mayores no tienen la capacidad de hacer el amor, los viejos son muy frágiles y propensos a lastimarse si intentan el coito, los ancianos son poco atractivos e indeseables, los viejos que se involucran en actividades sexuales son perversos, Es de muy mal gusto que las personas mayores expresen en público manifestaciones de afecto y deseo; etc. (28).

Desafortunadamente, esos mitos son perpetuados y estimulados incluso por la ignorancia de profesionistas e intelectuales que muestran un punto de vista estrecho acerca de la ancianidad. La persona mayor que mantenga una percepción positiva de su cuerpo y de su pareja, mantendrá relaciones sexuales satisfactorias. Pfeiffer escribe al respecto: “El envejecimiento exitoso es aquel en que las personas han tomado la decisión de mantenerse en actividad física, social, emocional e intelectual. Tenemos todas las razones para creer que mantenerse activo sexualmente ayudará a mejorar la calidad de vida en los años futuros” (28).

Es importante destacar que la tercera edad no es sinónimo de incapacidad sexual, que la energía no desaparece con la edad, solo cambia la intensidad de su respuesta y sigue siendo placentera. Coincidiendo con estudios realizados por otros autores, (59, 61) podemos plantear que no es tan relevante la frecuencia con que el anciano mantiene relaciones sexuales, pues esto depende de las posibilidades, necesidades y gustos de cada pareja, siendo más importante la