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El SIDA y la sociedad. Cuestiones éticas y legales relativas al SIDA

Primeramente debemos partir de lo lícito de estos pensamientos si ellos aparecieran, ya que es humana la reacción de negar o huir de los casos que nos resulten difíciles, pero nos será útil repasar algunas ideas antes de tomar decisiones apresuradas que impliquen la negación o evasión de la atención a estas personas que estarían en contradicción con el Juramento Hipocrático.

Por muchos temores que se tengan en el sentido de la transmisión, el riesgo de contagio ocupacional en las consultas de seguimiento es prácticamente ínfimo y si lo hubiera por la necesidad de practicar algún procedimiento invasivo al seropositivo, tomando todas las precauciones universales que establecen las normas de Bioseguridad no hay por qué correr riesgos.

El hábito de rotular los utensilios, historias clínicas y pertenencias o incluso a personas como agente biológico de peligrosidad hace que en los profesionales de la salud se produzca una sobre atención y excesos de cuidados con respecto a lo rotulado como mecanismo psicológico de compensación.

También puede existir una relajación excesiva que pudiera llevar al descuido y hasta a la imprudencia, arriesgando incluso la vida al exponerse a la manipulación de objetos y personas que por el hecho de no haber sido identificados no hay garantías de que no sean potencialmente infectantes.

El rechazo puede traer como consecuencia que el enfermo se aísle. Esto puede relacionarse a una vivencia de frustración mantenida que dificulte su adherencia terapéutica y la necesaria modificación de hábitos y conductas de salud.

Una persona que vive con VIH, si sufre del rechazo de atención o negación de la misma por parte de los profesionales de la salud que son esperanzas, multiplican sus sufrimientos y lo que es peor, su estado de salud puede deteriorarse. La aceptación de la seropositividad por el personal de salud puede ser el primer paso para que la persona infectada se acepte a sí misma, con esta condición además si ha tenido experiencias negativas en una futura situación de potencial de riesgo para otras personas, puede ocultar su condición por temor al rechazo.

Por esto, si se pretende actuar con profesionalidad y tener una elevada calidad técnica, unido a que también se trate de lograr un crecimiento personal, debe efectuarse un autoanálisis de cuáles son las situaciones que provocan emociones negativas y proponerse estrategias de autocontrol.

Cumplimos con la BENEFICENCIA cuando realizamos correctamente las técnicas y procederes de nuestra profesión.

Cuando evitamos la impericia, negligencia e ineptitud en nuestro trabajo actuamos con NO MALEFICENCIA.

Cuando no violamos el aspecto moral del Secreto Profesional, practicando la confidencialidad entre el paciente y nosotros, cuando respetamos su decisión sobre la notificación a terceros sobre su estado de salud o cuando le informamos sobre su estado de salud para que decida sobre el cumplimiento de su tratamiento practicamos la AUTONOMÍA.

Actuamos con JUSTICIA cuando priorizamos la atención de un seropositivo en una institución de salud o cuando priorizamos la atención dentro de ellos, cuando jerarquizamos adecuadamente las acciones de salud o cuando hacemos un uso racional de los recursos.

Recordemos que el paciente VIH/SIDA ante todo es una persona que no debe ser discriminada por poseer esta condición. Debemos recordar que el VIH no ataca por lo que somos sino por lo que hacemos.

CONCLUSIONES.

  • Aceptar al individuo aquejado de VIH-SIDA como alguien responsable y libre de sus actos, es respetar la libertad de la persona, así como salvaguardar su inviolable condición humana.
  • Los tres factores donde coinciden la ética, el derecho y la política y que al mismo tiempo generan los conflictos relacionados con esta enfermedad son: la discriminación de las personas infectadas por el VIH, la confidencialidad del diagnóstico y la coerción estatal para eliminar la diseminación del virus.
  • Es fundamental que en la atención integral a estos pacientes se cumplan a cabalidad los principios de la ética médica y la bioética, sin discriminarlos por poseer esta condición.

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