Inicio > Enfermería > Aproximación teórico-didáctica para el desarrollo humanista en la formación del profesional en Enfermería. Capítulo II. Contexto teórico referencial > Página 6

Aproximación teórico-didáctica para el desarrollo humanista en la formación del profesional en Enfermería. Capítulo II. Contexto teórico referencial

ocupado una posición central en la literatura de Enfermería; de modo que, Bermejo (2005) afirma que “el cuidado generalmente se une al concepto de salud, considerando a la Enfermería como la ciencia que estudia el cuidado en la experiencia humana de la salud” (p.44). Este enfoque provee a la Enfermería el mandato social y el compromiso de cuidar a las personas. Desde una perspectiva del cuidado holístico es importante considerar las dimensiones biológicas, psicológicas y sociales. Por ello, la salud debe ser vista como un proceso que no se reduce solamente al estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad o dolencia.

Considerando que la salud no es la mera afección corporal y supera criterios exclusivamente somáticos y organicistas, descuidando aspectos de la salud importantes, es por ello que el acompañamiento holístico a la persona pretende generar salud holística, así como la experiencia en cuánto a armonía y responsabilidad en la gestión de la propia vida, de los propios recursos, de sus límites y disfunciones en cada una de las dimensiones: física, intelectual, relacional, emocional y espiritual y religiosa.

Ahora bien, el gestor de Enfermería en su actuar desarrolla habilidades que les permiten unificar los conocimientos teóricos y conceptuales con la práctica, en función del logro exitoso de la misión. Para ello, Bermejo (2005) expone que “las

acciones están encaminadas a contribuir y garantizar la confianza de pacientes y familiares, desarrollar al máximo la comunicación y el liderazgo para el desarrollo de su labor” (p.52). Como parte de las capacidades o requisitos necesarios se encuentran el dominio del área o servicio a su cargo, así como la planeación de los resultados que se esperan lograr. De igual manera, debe reconocer las posibilidades de conflictos e incertidumbre ante cada evento o situación que se desee modificar.

Simultáneamente, el trabajo en equipo debe constituir el hilo conductor para que los esfuerzos y logros sean directamente proporcionales. La Enfermería en la prestación de cuidados engloba los conocimientos con el arte de cuidar, así como la experiencia personal del cuidador. Con los conocimientos y habilidades desarrolladas en la práctica profesional, así como la experiencia personal, el cuidado se convierte en único, genuino, auténtico. De esta forma todo conocimiento es personal, cada individuo puede conocer solamente dentro de la sensibilidad personal.

Desde esta perspectiva, el gestor de cuidados ubica en la interacción enfermero-enfermera-paciente el humanismo, la creatividad y la experiencia adquirida que complementan los conocimientos a aplicar en la práctica diaria. A la hora de abordar las dimensiones del cuidado. Es necesario tener presente los elementos afectivos y técnicos. Ambos reflejan el nivel de compromiso, así como la identificación del significado de cuidado de quien lo brinda y de quien lo recibe.

En el arte de cuidar, Zarate (2004) expone que “es necesaria la reflexión de nuestra práctica en función de la autovaloración de los cuidados y los posibles cambios a operar que emergen de este proceso” (p.29). De esta manera, el cuidado no es estático, permanente; sino que debe basarse en evidencias que aporten las mejores alternativas de opción al paciente, la integración y confluencia de las creencias y valores a respetar, así como los procesos de reflexión y análisis crítico del cuidado.

Ahora bien, cuidar implica preocupación, explotar nuestras competencias, acompañamiento, sensibilidad con el dolor humano y esperanza. Se requiere entonces, conocer a la persona que requiere ayuda y diseñar las estrategias necesarias para garantizar el confort, así como ganar la confianza en pacientes y familiares. Según Colliere, (2006) “cuidar o preocuparse de alguien, creer en alguien, reforzar

sus capacidades, permitirle recobrar la esperanza, acompañarle en su experiencia de salud enfermedad estando presente, son acciones invisibles” (p.9). De modo que, la gestión de los cuidados es ejercida con los recursos que dan la administración y con las relaciones y concepciones propias de la disciplina de Enfermería; siendo el cuidado de la persona, la categoría rectora.

Otras definiciones de cuidado lo expresan Colliere, (ob.cit) como «un proceso heurístico, dirigido a movilizar los recursos humanos y los del entorno con la intención de mantener y favorecer el cuidado de la persona que, en interacción con su entorno, vive experiencias de salud» (p.22). De lo anterior, se puede afirmar que, el cuidar y el cuidado se constituyen en el hacer de la Enfermería como un modo, una forma, una manera, un estilo, un patrón, una dimensión, un sistema, una estructura, un proceso, u otros, con actitudes y estrategias formales e informales, visibles, sentidas, percibidas o no, que configura la práctica del ser-haciendo a través de la salud de los seres humanos en su proceso de vivir. La vida, entendida como el proceso de vivirse sustenta sobre el continuo proceso de cuidado mutuo y simultáneo de sí, de los otros y por los otros.

La Gestión del Cuidado

Con frecuencia se reconoce que el papel principal de una Jefe o Gerente o Gestora en Enfermería consiste en planificar, organizar, dirigir y controlar los recursos financieros, humanos y materiales con la intención de cumplir eficazmente los objetivos de la institución. La enfermera que realiza el papel de gestora debe guiar sus actividades a partir de los conocimientos que brindan las ciencias administrativas, la economía y la política. Las teorías y los principios relativos a estas disciplinas son necesarias para la práctica administrativa del cuidado de Enfermería. Pero también la enfermera responsable de la gestión debe considerar los valores, actitudes y conocimientos de la disciplina que le brindan una visión distinta y específica de la gestión de los cuidados. Así deberá ejercer un liderazgo comprensivo que motive a los usuarios internos (personal de Enfermería) hacia la mejora del cuidado.

Por su parte, Meleis (1992) afirma que “la gestión de los cuidados se ejerce no solamente con los recursos que dan las teorías de la administración, sino también con las relaciones y concepciones propias de la disciplina de Enfermería” (p.31); así pues, se puede afirmar que es el cuidado de la persona, el centro del servicio de Enfermería. A partir de lo anterior Kérouac (1996) define la gestión del cuidado enfermero como «un proceso heurístico, dirigido a movilizar los recursos humanos y los del entorno con la intención de mantener y favorecer el cuidado de la persona que, en interacción con su entorno, vive experiencias de salud» (p.49). De allí que, el rol de la enfermera responsable de la gestión de los cuidados consiste en apoyar al personal que otorga cuidados. La gestión de los cuidados va dirigida a alcanzar el objetivo que busca la práctica de Enfermería,