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Anatomía funcional de la columna vertebral

del cuerpo depende de la posición de las cadenas cinéticas del raquis y de otras articulaciones, mantenidas por los músculos esqueléticos y controlados por el sistema nervioso central.

En la posición erecta, cada articulación se encuentra en un punto intermedio de su excursión y puede moverse en todas direcciones; los ligamentos no se hallan en tensión; los músculos se contraen en forma balanceada sobre cada lado de la articulación en juego.

La suma de los cuerpos vertebrales del raquis constituye el eje de sustentación principal; las apófisis articulares gobiernan la dirección de los movimientos limitándolos y las apófisis espinosas y transversas obran como palancas para los músculos.

Cualquier defecto postural o de desarrollo corporal como la pelvis inclinada, la diferencia en longitud de las extremidades inferiores, los pies pronados, etc. provoca considerables alteraciones osteológicas del raquis y un aumento notable de la tracción muscular y ligamentosa para mantener el equilibrio y sostén.

Conviene recordar:

  • que la anatomía de un músculo no es guía invariable de su función,
  • que los músculos pueden no intervenir en un movimiento a pesar de estar ubicados en una región que les permitiera realizarlo,
  • que no todos los músculos pertenecientes a un grupo funcional se contraen simultáneamente sino en un orden definido,
  • que los músculos estriados se contraen en la dirección del eje mayor de sus fibras constitutivas,
  • que los músculos estriados se comportan funcionalmente con referencia al movimiento que generan como agonistas o protagonistas, fijadores, sinergistas o antagonistas,
  • que los músculos estriados que comparten una región topográfica se contraen en ocasión del movimiento de la articulación conexa o vecina y también cuando la articulación está enferma “inmovilizándola” funcionalmente (ley de Park – Chutro),
  • que los diversos músculos estriados de una región topográfica se vinculan a un movimiento en forma armónica cuando poseen el mismo nervio somático motor que a su vez proviene de un grupo neuronal del sistema nervioso central cuya topografía y somatotopía es definida y estable.

Las funciones de la columna vertebral son:

  • constituir un estuche protector para la médula espinal y sus envolturas,
  • representar un papel estático para mantener el equilibrio, soportar y transmitir pesos,
  • accionar mecánicamente participando de la progresión del cuerpo,
  • formar, anatómicamente, parte de la pared posterior del tórax y del abdomen,
  • integrar brazos de palanca a nivel de las apófisis espinosas, transversas y láminas vertebrales,
  • actuar sinérgicamente con las palancas homólogas representadas por las costillas en el tórax.

El término vértebra deriva de vertere (= girar). Los distintos segmentos del raquis se denominan: cervix (= cuello), tórax (= coraza), lumbar (= lomo), sacro (= hueso sagrado) y coxis (= pico del cuco).

La estructura ósea del cuerpo y de los arcos vertebrales, está representada por sistemas trabeculares o líneas isostáticas, distintos para unos y otros.

En el cuerpo vertebral, existe un sistema horizontal radiado que une el centro con la periferia; dos sistemas verticales y paralelos al eje medio del soma y cóncavos medialmente (dejan entre sí un espacio ovoide) y cuatro sistemas oblicuos, dos a cada lado, que se dirigen desde el pedículo hacia el cuerpo en forma ascendente y descendente, convergiendo hacia atrás y separándose hacia delante dejando un espacio triangular de base anterior que es zona débil. Su formación se debe a la tracción ejercida por los músculos erectores del tronco.

Un sistema trabecular transversal entre las apófisis transversas; otro en U, entre las apófisis articulares superiores pasando por el borde craneal de las láminas y un último sistema en las apófisis espinosas constituido por trabéculas ascendentes y descendentes, constituyen las líneas isostáticas de los arcos vertebrales.


ANATOMÍA DEL DESARROLLO

La anatomía del desarrollo de la columna vertebral puede dividirse en tres períodos prenatales:

  1. Sexta semana: aparecen los esbozos de las vértebras,
  2. Duodécima semana: se definen los esbozos de las vértebras,
  3. Desde la duodécima semana: crecimiento.

Desde la fecundación hasta la aparición de los esbozos vertebrales, el tejido embrionario previo a esta diferenciación no está determinado. Su significado es prospectivo, plástico y dinámico y, hasta cierto punto, intercambiable. Cualquier noxa que actuara en este momento y en ese lugar, puede ser compensada. Cuando los esbozos están definidos y se sitúan en sus correspondientes lugares, cada uno de ellos y cada una de sus partes están determinados; aquí estamos frente a una fase embrionaria estable y fija. En este momento, una lesión no puede ser compensada y se producen malformaciones de grado, intensidad y extensión variables. Por último, en el tercer período, un agente causal puede originar en las zonas de mayor crecimiento una alteración localizada, que compromete poco la arquitectura raquídea y, habitualmente, no tiene ningún tipo de repercusión general o clínica.

En ninguno de los tres períodos, el número de las células de la notocorda aumenta; esto es, que ella puede considerarse “inactiva” en la transformación morfológica del raquis pero sí juega un papel “inductor” u “organizador” en sinergia con el tubo neural. Esto se manifiesta por una localización y extensión espacial de la columna vertebral en el embrión.

La columna vertebral, no sólo forma una unidad orgánica y funcional sino también ontogenética. Huesos, articulaciones y músculos que constituyen su complejo arquitectónico, son necesarios para realizar el trabajo estático o los movimientos voluntarios.

Los segmentos primitivos – 38 a 41 – derivados del mesodermo