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Visión fenomenológica del poder en Enfermería

Muchos autores en la búsqueda de dar aportes a la ciencias de la Enfermería y explicar el poder en las enfermeras tenemos que Marriner / Tomey (2000) define el poder como “la capacidad que tiene una persona para influir en los demás” (P. 298). Asimismo La Mónica (1995) expone que el poder “es simplemente el ejercicio de control o influencia sobre otra persona o grupo” (P. 209). De igual manera tenemos que Huber (1996) la cual define el poder como “la capacidad de actuar o generar algún efecto, casi siempre se relaciona con la capacidad de influir en la asignación de recursos” (P. 370), en tal sentido Arndt (1980) lo describe como “la base sobre la cual un administrador debe influir en una persona o grupo de persona” (P. 307).

Todas estas interpretaciones teóricas son manifestaciones paradigmáticas del mundo cultural del occidente, que construye una realidad que es independiente de observación absoluta, que está ahí y es posible de internalizar y caracterizar de un modo único como poder es igual a influencia sobre otro y que no es posible “traspasarlo” y enseñarlo.

El juego del poder se concretiza en las grandes acciones y también en las pequeñas y es, precisamente, en los detalles donde se encuentra la verdadera intención que encierra la lucha por el poder. No estoy diciendo que la lucha por el poder sea dañina; lo criticable es cuando el poder se convierte en un medio para obtener beneficios para unos pocos. El poder, entonces, siendo el objeto de estudio de la política, constituye una categoría fundamental para entender las relaciones entre los individuos y entre las naciones, y nos revelará fenómenos de autoridad sutiles y complejas que pernean los procesos sociales. Al respecto Escobar D (2004) define el poder en Enfermería como:

La capacidad de relación intersubjetiva entre los miembros de un equipo, incluidas enfermeras y receptores de sus cuidados, sean estas persona sanas o enfermas, individual o en grupo; en la búsqueda de consenso que propenda a su comportamiento ulterior que materialice el logro de las ideas previamente acordadas, en un clima donde se respeten las diferencias y se evidencie la convergencia de ideas afines, que produzcan la interdependencia hasta el logro del fin propuesto (P. 85)

El análisis de los procesos sociales permite observar que siempre y, en muchos casos, de forma inconsciente, los individuos se encuentran en situación de mandar o de obedecer, o de ambas cosas a la vez. Muchas veces estas relaciones de dominio o sumisión son muy difíciles de visualizar o percibir. Por eso, una investigación profunda sobre el poder debe comprender tanto la actitud del que manda (del jefe) como la actitud del que obedece. No es conveniente considerarlas por separado: las relaciones de poder son producto de ambas.

Esto ha ido por más de veinte años desde entonces ambos estilos mantuvieron que el poder es central al desarrollo de la profesión de enfermero como una profesión, la carencia de poder por parte de las enfermeras puede ser arraigada en una renuencia social en general para hablar del poder abiertamente . Las enfermeras pueden estar más poco dispuestas que el más para hablar del poder porque el 95 % de todas las enfermeras es mujeres y no han sido socializados para ejercer el poder.

Históricamente las enfermeras han tenido la dificultad que reconoce su propio poder. Esta renuencia para reconocer y posteriormente usar el poder de alguien como una enfermera en parte puede explicar la inhabilidad de muchas enfermeras de controlar su práctica. Según Ocando (1998) el poder ha sido visto como un resultado de masculinidad y en la oposición directa para la preocupación, que es vista como la esencia de profesión de enfermero y tradicionalmente alineada con la feminidad. Muchas enfermeras pueden estar poco dispuestas a tener acceso o usar el poder porque ellos ven el poder como un atributo masculino que es incoherente con sus autoidentidades como mujeres. Por lo tanto, una opinión masculina de poder puede contribuir a la carencia de continuación de las enfermeras de poder. Kanter (1993) mantiene que el poder es adquirido por el proceso de fortalecimiento. Ella ve el fortalecimiento como proviniendo de estructuras sociales en el lugar de trabajo que permiten a empleados estar satisfechas y más eficaz sobre el trabajo.

El poder y el uso racional de la autoridad son factores necesarios para que las organizaciones funcionen, pero su excesiva concentración puede conducir a formas de totalitarismo inimaginadas, razón por la cual es urgente hacer cada vez más énfasis en la responsabilidad social integral como imperativo ético de empresas e instituciones económicas, alejándolas de la idea de que solamente la rentabilidad financiera y la productividad material son el objetivo central.

Que hay que hacer para que una organización cambie? El poder real, me refiero, no los cargos de más lustre, que son fáciles de mover a golpe de despido y contratación. Me refiero al cambio en las costumbres, en lo que haces, en la forma que tienes de escribir los correos y de relacionarte con la gente de la misma organización. Eso que llama cultura. Es interesante porque las relaciones entre empleados están cambiando, se mueven cada vez más por medios electrónicos, usan el correo, que era un medio asíncrono y ahora cada vez más lo es totalmente síncrono… y donde las cosas que has hecho al final de la semana no dependen tanto de quién sea el jefe sino de lo que consideras es «por lo que te pagan».

En otro orden de ideas, la opinión generalizada acerca de la falta de poder de las enfermeras, yo creo que, aunque de distintas maneras, ejercemos poder autoritario que da el cargo y que somos un grupo profesional muy poderoso, con gran influencia sobre los individuos y las poblaciones y que generamos conocimiento e influimos en decisiones organizacionales y estamos en la construcción de una estructura formal originada desde el ministerios popular para la salud para así poder participar en la políticas de salud del estado venezolano. Holmes y Gastaldo, (2002) acota que de hecho “la investigación en Enfermería genera conocimiento sobre la población, determinante a la hora de establecer prioridades en la financiación de políticas y de programas” (P. 10).

A lo cual este argumento le serviría a las enfermeras(os) exhibir todo el poder que se propusiera pero hasta hoy en el país Enfermería es una profesión in status social. Las enfermeras son “un colectivo de gran importancia que ayuda, indirectamente, al estado a gobernar”. A través de las relaciones de poder, este grupo, al igual que otros, promueve y recupera la salud, acumula y difunde conocimiento, y participa en la construcción de la subjetividad de los individuos y sus propios estilos de vida. Por ejemplo, sugerimos a las familias formas de manejar la salud mental de alguno de sus miembros, re-educamos a los pacientes para que sepan lo que es socialmente aceptable y establecemos normas sociales que no tienen nada que ver con cuidados de Enfermería en las unidades hospitalarias, como puedan ser las formas de vestir o los horarios de visita que sean más cómodos para las enfermeras y los médicos.

No obstante, las enfermeras experimentan conductas sin poder, se sienten insignificantes e ignoradas y algunas veces culpabilizadas por los malos resultados o errores que puedan ocurrir en la asistencia al paciente. También se sienten responsables de la organización de la asistencia sanitaria en general. Desde una perspectiva Dejouriana. Al respecto Lunardi Filho, (1995) acota:

La organización del trabajo no