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Visión fenomenológica del poder en Enfermería

equidad, no se garantizarán mediante el arrepentimiento, es posible que sólo puedan alcanzarse como resultado de una amenaza externa a la voluntad humana, o por lo menos, a la voluntad humana conocida; en este sentido, los efectos del cambio climático serían apenas un indicador. El tejido social colonial venezolano merced al linaje, y distribuidos los roles y la prerrogativas sociales igualmente a partir de éste, la estabilidad y reproducción del orden pasó a depender del control estricto que se tuviera sobre él. El control del linaje se convirtió así en una precondición del sostenimiento del orden institucional de poder eclesiástico; sin el matrimonio no se podía conocer el linaje, sin el linaje no se podía desempeñar ningún rol, y sin ningún rol social no se podía tener ninguna existencia en la colonia. Fue a tal fin que sirvió precisamente el sacramento matrimonial, en la medida en que, por su condición sacramental se hallaba bajo el control de la iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica lo refiere de este modo:

La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre si en consocio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad del Sacramento entre bautizados (P. 27).

Si la estructura anatómica del hombre es resultado de una larga evolución, el despertar de su inteligencia ha sido, por el contrario, bastante brusco, todo hace suponer que el umbral que daría paso al pensamiento fue franqueado de una sola vez. Y, a partir de este momento, la vida de la especie humana quedó trazada. Lo estaba, no sólo por el dinamismo del poder de la reflexión, sino también porque, contrariamente a los animales vinculados al medio ambiente, el hombre no puede sobrevivir si no transforma cuanto le rodea y lo adapta a su medida. La aparición del hombre sobre la Tierra es el primer paso para el nacimiento del pensamiento y un avance decisivo hacia la reflexión. Por primera vez en la historia de la vida, un ser, no sólo conocerá, sino que se conocerá. Según Arendt H (1958) acota que:

El único factor material indispensable para la generación de poder es el vivir unido del pueblo. Sólo donde los hombres viven tan unidos que las potencialidades de la acción están siempre presentes, el poder puede permanecer con ellos, y la fundación de ciudades, que como ciudades-estado sigue siendo modelo para toda organización política occidental, es por lo tanto el más importante prerrequisito material del poder. (P. 224-225).

Si el poder fuera más que esta potencialidad de estar juntos, si pudiera poseerse como la fuerza o aplicarse como ésta en vez de depender del acuerdo temporal y no digno de confianza de muchas voluntades e intenciones, la omnipotencia sería una concreta posibilidad humana. Porque el poder, como la acción, es ilimitado; carece de limitación física en la naturaleza humana, en la existencia corporal del hombre, como la fuerza. Su única limitación es la existencia de otras personas, pero dicha limitación no es accidental, ya que el poder humano corresponde a la condición de la pluralidad para comenzar. Por la misma razón, el poder puede dividirse sin aminorarlo, y la acción recíproca de poderes con su contrapeso y equilibrio es incluso propensa a generar más poder, al menos mientras dicha acción recíproca sigue viva y no termina estancándose.

La fuerza, por el contrario, es indivisible, y aunque se equilibre también por la presencia de otros, la acción recíproca de la pluralidad da por resultado una definida limitación de la fuerza individual, que se mantiene dentro de unos límites y que puede superarse por el potencial poder de los demás. La identificación de la fuerza necesaria para la producción de cosas con el poder necesario para la acción, sólo es concebible como el atributo divino de un dios. La omnipotencia nunca es, por lo tanto, un atributo de los dioses en el politeísmo, sea cual sea la superioridad de su fuerza con respecto a la de los hombres. Inversamente, la aspiración hacia la omnipotencia siempre implica -aparte de su utópica hubris- la destrucción de la pluralidad. El cuerpo humano, el cual se halla compuesto de elementos crece y se desarrolla a través del espíritu animal. Este cuerpo perfeccionado puede ser comparado con un espejo, el espíritu humano con el sol, si el espejo se rompe, la munificencia del sol continua; y si el espejo es destruido y deja de existir, la munificencia del sol, la cual es eterna, no sufrirá daño. Lo que convendría recalcar los señalamientos de Bernal (1979) quien refiere que:

Todas las funciones del cuerpo, según la fisiología del galeno, eran realizadas por distintos espíritus y almas: El espíritu vegetativo o natural, localizado en el hígado, gobernada la digestión de los alimentos; al reunirse en el corazón con el aliento vivificador se convertía en el espíritu de la vida, que se difundía por todo el cuerpo a través de las arterias, el espíritu de la vida, a su vez al pasar por los ventrículos del cerebro se refinaba hasta convertirse en el espíritu animal que a través de los nervios ponía en movimiento a todo el cuerpo (P. 304).

La vida material del hombre comienza en el momento de la concepción y termina con la muerte. La vida espiritual del hombre comienza en el momento de la concepción y dura eternamente. Por lo tanto, durante mi vida terrenal debo preocuparme principalmente por desarrollar las cualidades del espíritu. Si no ejercito las cualidades espirituales latentes en mi, éstas se atrofian, se debilitan y al final se incapacitan. Si ejercito sólo las cualidades materiales éstas se vuelven poderosas y me torno más salvaje, más injusto, más vil, más malévolo. Me hago inferior a los mismos animales.

La condición humana es un término que abarca la totalidad de la experiencia de ser humanos y de vivir vidas humanas. Como entidades mortales, hay una serie de acontecimientos biológicamente determinados que son comunes a la mayoría de las vidas humanas, y la manera en que reaccionan los seres humanos o hacen frente a estos acontecimientos constituye la condición humana. Filosóficamente, una parte importante de la condición humana está intentando determinar simplemente qué es la condición humana, una pregunta que parece inscrita dentro de sí misma. El término se utiliza a veces en literatura para describir la alegría y el terror de ser y de la existencia. Los seres humanos pueden tener cierto grado de autoconocimiento de estas fases. Las diferentes culturas tratan estos asuntos de diversas maneras. Muchas religiones y filosofías procuran dar un significado a la condición humana. La condición humana es el tema central de gran cantidad de literatura, teatro y arte. La condición humana es objeto de materias del estudio como la sociología, la antropología, y la demografía. En algunas de las zonas más pobres del mundo, la condición humana ha cambiado poco sobre los siglos.

En la mayoría de los países desarrollados, las mejoras en medicina, educación, y salud pública han traído cambios marcados en torno a las condiciones humanas en los últimos siglos, con aumentos de la esperanza de vida y demografía. Probablemente, uno de los cambios más grandes ha sido la disponibilidad de la contracepción, que ha cambiado la vida de mujeres y las actitudes en el terreno de la sexualidad. Incluso en estos casos, estos cambios tan sólo alteran algunos detalles de la condición humana. Algunos movimientos como el transhumanismo se orientan a cambiar radicalmente la condición humana. Otros pensadores, que la naturaleza humana haya cambiado radicalmente en un cierto período de tiempo.