Inicio > Medicina Preventiva y Salud Pública > El consumo de drogas en el contexto venezolano. Relatos de experiencias > Página 14

El consumo de drogas en el contexto venezolano. Relatos de experiencias

protegido, me tocó, y me fui con ella. Y gracias a Dios ya yo tengo siete meses aquí. Ella me para y me dice: “¿Tienes hambre?… Yo le dije: “Sí, pero por qué me tiene que brindar comía (sic) a mí si yo no la conozco?”… -“No, yo soy cristiana de la Iglesia de Jesús”… Me da las arepitas y me dice: “Vente, vamos pa’ la iglesia”… Y me fui ese domingo pa’ la iglesia con ella. Me bañaron, me cambiaron de ropa, me hicieron de todo. Un proceso bien bonito.

Pero después salimos… El mismo domingo salí igualito, robé igualito, fumé igualito y el lunes ella me fue a buscar en la mañana. Ese domingo ella me ofreció la vida que tengo presente, pero me tenía que llevar era el lunes y el domingo yo me bañé, me cambié, me vestí, almorcé y cené. Y entonces, salí a la calle otra vez, volví a robar, ese día fumé y ella me buscó el lunes en la mañana. Eso fue el domingo. Y yo en la mañana me fui pal’ el centro. Y de ahí tengo como siete meses que no fumo y he salido a la calle. No dan ganas de consumir porque tú no vas al mismo sitio. Si tú vuelves al mismo lugar de donde tú saliste, se vuelve a caer. Sí, porque te vuelves a encontrar con los amigos, y tientan a uno.

Entonces uno con tanto respeto que te dan en la calle, entonces tú no quieres que los amigos tuyos digan: “Ése sí se puso tonto, vale”…Ah, porque el respeto es matarse unos contra otros hasta llegar que te respeten, echarse cuchillo, echarse todo. En la banda hay siempre unos líderes. Esos líderes le piden permiso para poder pelear con cualquiera de ellos que están ahí, pero es para que las personas que están, que nos reunimos entre todos, se respeten. Porque ahí se respeta es echando cuchillo, con una pistola se mata, se hace cualquier cosa y esa persona tiene que respetar, pues. Y en esa pelea a muerte puede morir cualquiera de los dos, a cuchilladas y ya. Acuérdese que la vida del delincuente, la vida de las bandas, hay siempre las peleas iguales porque si tú te quedas dormido te quitan la droga, si tú ganas 100 bolívares te roba el otro. Es como decir: “Usted vive entre ladrones”.

Entre nosotros entonces nunca había respeto, no había confianza, más bien todo lo contrario. Nos cuidábamos uno de otro, cada quien era cada quien y nos defendíamos cada uno por su láo (sic). Si es la droga, él va robar igualito a usted, o a cualquiera que esté al lado de él. Y cuando nosotros empezamos a trabajar lo que se llama el sicariato, fue más cuando menos confiábamos el uno al otro. ¿Por qué? Porque… Por eso es que tanto daño que usted hace, y por eso yo ando con ése, con mi compañero, y a ese compañero le pueden pagar para que me mate a mí también, a la persona que haya hecho daño. Por eso es que nunca se confía, no nos confiamos ni uno al otro.

Las normas de la banda eran: sobrevivir, y viva el mejor. Ahí no hay normas. Ahí, eso es como decir un pueblo sin ley, pues. Usted sale y robó, si no robó no fuma, no tiene derecho a dormir donde uno duerme. Tiene que traer siempre algo, era una norma, eso lo hacía el cacique, pues. Era el que ponía todo. Era el que decía si eso era azul y era verde. Si usted no traía nada, no fumaba, no tenía derecho de dormir bajo un techo, el techo del columpio. Nada de eso, nos corrían de la plaza donde estábamos durmiendo, pues, teníamos que dormir más adelante, media cuadra, porque él decía que no servíamos entonces para estar en una banda. No. Si no podía robar y no podía matar, no podía hacer nada. el que robaba tenía derecho a todo. Si no, lo sacaban de la banda, porque si no podía hacer eso, no tenía valor para más nada, no podía ser ladrón, pues. Yo pasé en eso catorce años, tengo 29. Ahorita es que he bajao (sic) ya con los ocho meses allá en el centro, ahora aquí. Pero el tormento de la cabeza se filtra: “Tanto daño que tú has hecho”…

Este centro es un sitio recreativo, aquí no siento el miedo que sentía en la calle. Aquí me siento seguro de que no me van a hacer daño, de que no me van a pegá (sic). Sin embargo tienes problemas. Ahorita yo tengo una puñalá (sic) en la espalda, de hace cuatro días, pero en el otro centro, cuando estaba durmiendo. Algún enemigo que uno deja en la calle. Recuerda que también se tienen muchos enemigos en la calle. Estaba en el mismo sitio donde yo estaba y no lo había visto. Y me enterró, me clavó un punzón. Ahorita estoy medio preocupao (sic) porque me agarró por los tejidos de los pulmones. Pero ya estoy recuperao (sic) y todo eso. Pero eso es lo que yo digo, la conciencia no deja a uno, porque tanto enemigo que usted deja en la calle, tanto dolor que dejaste tú a muchas familias. Es fuerte.

En cuanto a mi familia tengo mi mamá, mis hermanos, mis hijos, ellos no me han llamado, no me han llamado porque piensan que debo de tener la fuerza de voluntad yo mismo y al salir de aquí ser un hombre nuevo, pues, y demostrar a ellos que sí se puede, teniendo uno mismo el valor de hacerlo. Uno mismo se da esa meta y lo logra. Acá en esta comunidad tenemos trabajo. Trabajamos en las gobernaciones, cualquier trabajo. Aquí estamos tranquilos, aquí tenemos todas las tareas de personas humanas, y las cumplimos y las hacemos. Y por eso es que cuando uno cumple sus etapas, ya uno puede entrar –qué le digo– ya uno se puede involucrar con las personas ya de la sociedad.

En otra ciudad hay droga, pero tú puedes hacé (sic) todo sin la drogaAhí eres señor, un caballero. Ya tú no eres el malandro como te ven donde tú vivías antes, porque tú puedes. No lo puedes llevar a donde ellos viven, no puedes. Porque, recuerda que el problema es que están todas las amistades, todas las personas con las que él andaba. Es como yo, puedo vivir en Barquisimeto, pero en otra parte que no sea donde yo vivía, ¿por qué? Porque uno se encuentra con ellos y empiezan: “No seas tonto… dale, que esto…”… y vuelves a caer en lo mismo. Entonces para que ellos no vean que tú eres un mongólico, que has perdido la voluntad que te has hecho en la vida mal, ellos pueden aprovechar hasta hacerte daño porque creen que: “No, ya él aflojó, ya él no es el mismo de antes”… pues. Entonces uno, pues, por tener la moral, que quieran respetarte otra vez, vuelves a caé (sic) y te ofrecen la droga.

En las bandas no hay moral, pero cuando caen en una comunidad como ésta, quieren como recuperar la moral, los valores que perdieron o que trastocaron. Le explico mejor: no hay que ir al mismo sitio. Se puede ayudar a los consumidores acercándose a las personas, porque estas personas a veces son universitarios, a veces son estudiantes, a veces son todos, pero caen en la droga. Y cuando caen en la droga llegan burda de prostituirse, el hombre o la mujer. Y te rebajas demasiado feo, demasiado feo, por la droga, por la “piedra”.

Le cuento que el pase del